Santa Teresita del Niño Jesus

El matrimonio bajo la esclavitud del pecado

El matrimonio bajo la esclavitud del pecado


La Iglesia a través del Catecismo de la Iglesia Católica nos manifiesta en su inciso 1606,

 «Todo hombre, tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la mujer. En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Este desorden puede manifestarse de manera más o menos aguda, y puede ser más o menos superado, según las culturas, las épocas, los individuos, pero siempre aparece como algo de carácter universal.”

En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura.

Discordia: El hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión, a ser un solo corazón; y sin embargo lo primero que surge tras el pecado original es la discordia. La discordia es una desunión de los corazones, donde parece que uno se consuela echándole las culpas al otro.

Espíritu de dominio: También es otra consecuencia del pecado, el machismo es una traslación en la relación del hombre y la mujer de lo que son las relaciones animales. Es una «animalización de la relación humana» es la ley del más fuerte. Lo que antes del pecado era «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne»; esa atracción que posibilitaba la comunión, después del pecado se distorsiona en una especie de inmadurez, donde uno parece que necesita «ser poseído por el otro, o de poseer y hacer una utilización del otro»; y esto forma parte de lo que estamos viendo en el día a día: que nos cuesta amarnos con madurez.

Infidelidad: El hombre y la mujer se sienten, de alguna, manera, incitados al margen de esa vocación a la que hemos sido llamados del matrimonio, incitaciones fuera de ese matrimonio donde se llegan a confundir las «apetencias con las voluntades».

Los celos: Los celos son fruto de la desconfianza que sea en nosotros. Los celos son un miedo a perder y un querer poseer, al fondo es la incapacidad de amar en libertad. Los celos manifiestan la incapacidad de «pensar bien del otro». Es que el pecado no solo te hace hacer el mal sino que te impide pensar bien.

Los conflictos: Que pueden llegar hasta el odio y la ruptura, porque las faltas de respeto se van acumulando. Lo que no seamos capaces de solventar con una sincera petición de perdón, se va deteriorando hasta que al final las heridas son muy grandes.

   Existe una postura muy clara del Magisterio de la Iglesia, se puede considerar como una importante anticipación de lo que son las flaquezas humanas en el matrimonio; esto implica tomar en cuenta la posibilidad que, en cualquier pareja del mundo, en algún momento de la relación se llegue a experimentar cualquiera de esas amenazas. No es impositivo, pero tampoco es extraño que suceda en la vida matrimonial.